Mi historia: El llamado del Cacao

Mi conexión con la cocina empezó de niña, en la mesa de mis abuelitos.

Ellos no solo me enseñaron a preparar alimentos con amor, sino a ver la comida como un acto de cuidado, un ritual cotidiano lleno de memoria y ternura.

Aún puedo sentir el aroma de sus cocinas, el calor del fogón, la quietud del campo… donde el alimento sabía a hogar y la palabra tenía sabor.

Durante muchos años me formé como chef, y trabajé profesionalmente en repostería, chocolatería y cocina internacional.

Pero fue la vida misma la que me llevó a descubrir el poder más profundo de los alimentos: su capacidad de sanar.

Un par de años después de casarme, mi esposo fue diagnosticado con una enfermedad coronaria.

El impacto de ese momento fue un llamado.

Tuvimos que cambiarlo todo.

Comenzamos un camino de transformación a través de la alimentación, que no solo mejoró su salud física —hoy está completamente recuperado— sino que también despertó en nosotros una nueva consciencia.

Paralelamente, el cacao ceremonial había llegado a mi vida.

Entró justo antes de la enfermedad de Leo, como si viniera a prepararnos.

Me mostró que el corazón es el principal portal de acceso a nuestro verdadero ser.

Fue guía, fue medicina, fue hogar.

El cacao me enseñó a mirar hacia adentro, a honrar la dulzura, a abrirme a la sanación desde un lugar profundo.

Así comencé a estudiar nutrición desde una visión holística, y a integrar todos mis saberes:

la cocina como alquimia, el cacao como maestra, el fuego como medicina, y la vida como ceremonia.

Hoy, como chef espiritual y coach holística, acompaño a otras personas a despertar su consciencia a través de los alimentos.

A sanar no solo su cuerpo, sino también sus emociones, sus creencias, su energía.

Porque el autocuidado que nace del alimento es uno de los primeros actos de amor que podemos darnos.

Y porque creo con todo mi corazón que comer también puede ser una forma de recordar quién eres.

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